miércoles, 30 de septiembre de 2009

Espera

A Nicthe

Aún me sobran horas, quizá menos que antes,
Horas tediosas, de soledad y de alegre angustia,
A final de cuentas tiempo perdido en melancolías simuladas,
En risas ajenas y en sueños y en nada…

Aún no es mi tiempo y sin embargo estoy ansioso,
Angustiado miro a todas partes y no veo nada,
Sólo el camino de siempre que siempre cambia,
Sólo la esperanza de tus ojos que no me han de mirar mañana.

Triste tiempo de fachada acobardada,
Nada hay que tema más que tu ausencia
Que las horas largas de soledad y tristeza
Y que este irreducible tiempo que pierdo en tu espera.

Aún me sobran horas,
Sucios segundos que no quiero
Y que me gasto esta noche
Escribiéndote versos.

Isaac Romero
30 de septiembre 2009
Ciudad de México.

jueves, 10 de septiembre de 2009

FANTASMA

I

Estás siempre en mi mente,
rondando como un fantasma
por los pasillos de mi memoria,
invadiendo mis momentos de calma

Te observo angustiado,
sé que no eres tú,
que sólo es un espectro que inventé
para llenar mi soledad inmensa
ahora que te has marchado.

Porque resulta tan difícil lidiar conmigo,
con este vacío que provoca tu ausencia,
con la falta de rumbo que domina mis pasos,
y para colmo el cansancio de mi cuerpo enfermo
que no para de extrañar tus besos.

Hay veces que te pienso un vampiro,
que drena noche tras noche la sangre de mis venas,
y deja yerto mi corazón tras su ataque.
Cruel dama obscura ¿qué poción me has dado?
¿Para qué envenenas mi espíritu si dejas viva mi carne?

II

Olvidar... ¿Para qué?
Son los recuerdos quienes dan forma al presente,
pero en ocasiones se convierten en sombras
que nublan mi horizonte y obscurecen mi rostro.

Cualquier intento de huir es inútil,
por eso me quedo callado,
ahogando mi llanto con irónicos pensamientos,
alimentado mi derrota con tu imagen.

Debo confesar que te extraño,
que la falta de tu voz me vuelve sordo,
que sin tus caricias mi cuerpo es arena
y mis poemas solo tristes lamentos.

En ocasiones me pregunto
¿No será que realmente el fantasma soy yo?
Enterrado en esta casa y bajo mis libros viejos,
perdido en tu último beso y un adiós.

¿Será que en verdad soy un espectro
que flota entre tus sueños para volverlos pesadillas,
un ánima asustada que sólo pide que le recuerdes
en tus momentos más dichosos?

Sin embargo me doy cuenta que sigo vivo,
que me dueles y tú ni siquiera me recuerdas,
que una nueva ilusión me ha arrancado de tu mente,
y pronto no seré sino un nombre más en tu pasado.

Pero a pesar de tu huída, de mi dolor, del olvido,
de todo este polvo de sueños, sigo de pie junto a la puerta,
esperando a que la nostalgia te traiga de vuelta.
O que el olvido termine por matarme
con el puñal del tedio o el veneno del tiempo.

Isaac Romero Hernández
Cd. de México 31 de diciembre de 2008

miércoles, 2 de septiembre de 2009

OLVIDO

Ahí, donde se entierran los cuerpos,
Donde se esconden los recuerdos,
En el sepulcro de los sueños,
En el frío inmenso del alma,
Donde la memoria no tiene objetivo,
Y la noche es reina de los sentidos.

Ahí, donde la muerte es princesa
Y la amargura se esconde,
Donde la nostalgia no existe
Y la luz no lastima.

Ahí, después del tiempo,
Oculto tras la duda
Y consumiendo la razón,
Se esconde el olvido,
Que tranquilo desde su trono,
Impone las leyes del alivio.

Isaac Romero
Ciudad de México, 2006

viernes, 28 de agosto de 2009

EL SUEÑO

Situado en la alcoba de tus sueños y recuerdos,
se entremezclan mis ilusiones con tus suspiros,
y la mirada mía, cautiva por dos místicos zafiros,
prepara el tibio encuentro de nuestros cuerpos.

He de embriagarme con tus dulces besos,
y perderme entre tus taciturnas delicias,
dando descanso a mis lascivas caricias,
enredándote con mis labios y brazos presos.

Has de ofrecerme el veneno más tierno,
y de bailar conmigo al ritmo del viento,
mientras en nuevas formas de amarte intento
amarrarme a ti para salir de este infierno.

Cuando la noche ha terminado,
Despierto, ya sin la magia del hachís,
en una alcoba carente de tu fino matiz,
recordando como un sueño todo lo que ha pasado

Isaac Romero
Ciudad de México 2009

viernes, 24 de abril de 2009

SEGÚN EL PLAN

Ella entró en la casa y subió la escalera. Era más de media noche. Sabía que él estaría ahí. Prendió el foco del pasillo y entreabrió la puerta de su recámara apenas lo necesario para no tropezar en la penumbra.

El cansancio la hundió en un dulce letargo.

Fijó la mirada en el frasco de pastillas que le había cambiado la noche anterior. Se recostó junto a él y lo abrazó suavemente, como si temiera despertarlo.

Entregada a su ensoñación no le importó la rigidez que mostraban las extremidades de su pareja. Tampoco el amoratamiento de los labios, ni la falta de respiración.

Lo importante era que ella estaba a su lado, esbozando una sonrisa, mientras el calor amable de aquél cuerpo se extinguía lentamente.

Isaac Romero

Ciudad de México, 2005


BESO NEGADO

Tras la puerta que hay en mi alma un día apareció, y con voz dulce y retadora dijo:

“Puedo llevarte lejos del dolor, de tu tristeza. Puedo llevarte lejos si lo deseas, hacerte vencedor del miedo que devora tus entrañas y del olvido de tus iguales, que son tan diferentes a ti. Puedo librarte del martirio de ver la luz y perderte en la obscuridad. ¡Te vengo a mostrar la libertad!”.

Lentamente me tomó de la mano y me acercó hasta tenerme apresado entre sus brazos. Pude ver de cerca sus ojos, colmados de amor y de soledad, tranquilos y húmedos. Llenos de lágrimas. Después contemplé sus labios tiernos y vírgenes, ansiosos de un beso siempre negado.

El frío que su cuerpo me transmitía, su cabello negro y enredado lo aliviaba y mi mente se perdió entre esa mar de sueños e ilusiones rotas.

Me sentí invadido por una euforia que jamás había experimentado. Comencé a flotar entre mis ropas; dejaba de ser sólo carne y huesos articulados. Era realmente libre, perdí de vista el suelo y el mundo: volaba entre mis fantasías. Una a una se iban haciendo reales y tan densas que tenía que escapar hacia una nueva para acabar siempre en ese mar que curaba todo.

El miedo y los fantasmas de la contradicción estaban muy lejos. Todo parecía ser perfecto, sin dolor ni angustia, sin pena, y el dulce olvido invadiendo cada uno de mis sentimientos. Entonces vi de nuevo sus ojos deseosos de una simple mirada de amor, y sus labios colmados de amargura dulce y tierna. Comencé a acercarme lentamente, queriendo tomar entre mis manos su cara y besarle lleno de agradecimiento; era ella a quien siempre había esperado.

Desde el comienzo de mis días nunca experimenté la felicidad. Nunca, hasta ese momento, había sentido tranquilidad en mi alma y mis entrañas.

En el momento que estaba por rozar sus labios, un golpe en el pecho me derrumbó a sus pies, ella asustada y confundida retrocedió, <<¡No te alejes, no me dejes!>> Gritaba yo angustiado mientras otro golpe sacudía mi corazón. Ella comenzó a correr y, ya sin fuerza para levantarme, sufrí un tercer golpe y me conforme con ver como se alejaba de mí todo lo que me ofreció.

Entonces lo comprendí, había fallado. Sin duda, alguien me vio hundirme en el lago y logró rescatarme; en torno mío escuchaba las voces de los médicos que se felicitaban unos a otros por no permitirme morir.

Desde ese día estoy encerrado aquí, vigilado, preso, esperando el momento exacto para encontrar a mi amada, a esa que los doctores alejaron cuando estaba apunto de besar…

Isaac Romero

Ciudad de México, 2004